¡Qué valiente! Carolina Figueras Pijoan publicando «MEMORIAS DE UNA CORISTA»

Por Ferran Martínez-Aira

Carolina Figueras Pijoan vivió ayer en el Centre Cívic Sant Martí, durante la presentación de su libro MEMORIAS DE UNA CORISTA, un momentazo parecido al que disfrutó cuarenta años atrás cuando se vio por primera vez en el escenario del Teatre Apolo con plumas y maquillaje debutando con el ballet de las Alegres chicas de Colsada «aunque Matías decía que aquel Paral.lel era nuestro Broadway la realidad es que nunca lo fue».

Valiente muy valiente Carolina. Antaño enseñando sus senos como bandera de la libertad de la mujer. Ahora desnudando con su brillante pluma las luces y las sombras de las varietés donde nada fue lo que pareció..

En la presentación, la coreógrafa, como se define Carolina, estaba acompañada de Marcos Muñoz, periodista y escritor de Broadwayrriors; Cristina Manresa, Comisaria de Mossos d’Esquadra e Historiadora de Arte y Pepi del Caño, Exconsejera del Disctricte de Sant Martí y expresidenta de l ACR La Palmera. Tampoco faltó a la cita su marido Ramón, cocinero de profesión, al que conoció por Internet en el año 2000. «Carolina ha sido lo mejor que me ha pasado en la vida» confesó Ramón.

Y sin más preámbulos. Señoras y señores demos paso a algunas de las pinceladas de MEMORIAS DE UNA CORISTA donde Carolina sintetiza sin tapujos lo que vivió durante aquellos años, viajando en veinticuatro horas de Bilbao a Sevilla, empalmando tres funciones el mismo día o reprobando al empresario baboso que metía sus callosas manos en sus tetas.

Nací en la calle Auger número 12, crecí entre la calle Bolivia nº347 y Cantabria nº55 en la Cooperativa de Viviendas Montseny, en el distrito de Sant Martí de Provençals, de Barcelona.

No fui la niña, ni la adolescente, más graciosa, ni la más mona, ni la más talentosa. Además, siendo muy pequeña, tuve algunos problemas articulares con las caderas y en consecuencia con los pies. No nací para el ballet, pero me obligué a incorporarlo; lo amaba y lo amo, fue mi escape, mi canal y la semilla de mi expresión creativa.

Nadie, creyó que tendría futuro en la danza y que me dedicaría al espectáculo. Pero era vocacional, tozuda, constante y decidida. El modo kamikaze me viene de fábrica. Vengo de una familia humilde, de mujeres fuertes y luchadoras, gente honrada, trabajadora y leal.

Estudié ballet clásico en una academia de mi barrio desde los 12 años, debuté, bailando, en el Casino de l’Aliança de Poble Nou ese mismo año. Me hice profesional siendo todavía menor de edad con el carnet rosa del Sindicato del Variedades, Circo y Folclore y el permiso de mi padre expedido por los Juzgados.

A pesar de no ser extrovertida, muy soñadora, sentimental… con mucha imaginación y una sensibilidad, no siempre comprendida, y sin tener más apoyo que el de mi madre, que siempre me dijo que creyera en mí misma e hiciera lo que sentía, elegí esta profesión. Mi sueño se ha llamado siempre: realización en mi trabajo.

Entonces, en los años 70, 80 y 90, actuar en las variedades, era un oficio de grandes artistas populares, auténticos veteranos consagrados por el público; estrellas de cabaret, boîte, teatro frívolo, music-hall, variedades y revista, pero fuera de aquellos lugares, bailar en el espectáculo no se consideraba un trabajo. Y menos una actividad respetable.

Desde aquel momento con mi primer amor; el ballet y posteriormente la escena, gracias al cine musical y a los programas de variedades, de la televisión, siendo una adolescente, me he dedicado profesionalmente a la danza jazz y el espectáculo internacional comercial, como bailarina, docente con escuela de danza propia, coreógrafa y creadora para espectáculo en directo, televisión y videoclip musical.

El espectáculo comercial, me ha permitido ampliar mi cultura y conocer otras, recorrer España varias veces y viajar a otros países. Crecer y aprender, trabajar y compartir con compañeros maravillosos, vivir experiencias inolvidables, padecer y disfrutar.

Me siento una privilegiada. Tengo toda una vida por detrás. Pero todo tiene un precio. Es una carrera de fondo. Siempre me he mantenido firme en mis convicciones tanto éticas como profesionales, acogiendo y abriendo camino, a muchas personas que como yo en sus primeros pasos estaban desorientadas o solas.

Soy productora de shows propios y ajenos desde los 28 años. Aunque mi primera coreografía profesional, en el teatro Apolo, en pleno Paralelo, la realicé con 24 años para el empresario Matias Colsada, cuando todavía era corista y capitana (repetidora y responsable) de las famosas «Chicas alegres de Colsada».

Soy cómplice de los compañeros y empresarios que se arriesgan, con pasión y sin red. Soy la mejor prueba de que si quieres, puedes. No permitas que nadie te diga que «tú no», lucha, pero ten cuidado, no te deslumbres con los brillos ni con falsas promesas.

Lo que cuento 40 y 30 años después, sigue sucediendo. El éxito, la fama y el talento no siempre van de la mano.

Este libro está basado en mis vivencias, como corista, bailarina de Revista musical española y Music hall de los años 80 y 90. Mi historia relata situaciones personales. Las renuncias y entregas por el amor a esta profesión.


Ensayos y estrenos de obras en teatros; cabarets; nightclubs; televisión, restaurantes-espectáculo y filmación de películas. Un mundo de rumores y prejuicios para el público ajeno. Ilusiones y decepciones. Romanticismo y desamor. Giras en autocar, pensiones e incertidumbres.


La parte de atrás del escenario: el machismo establecido, inconveniencias silenciadas, #metoo y venganzas, acompañadas de plumas y brillos. Actos de nobleza. Momentos divertidos y no tanto, hasta llegar a ser coreógrafa, compartiendo el camino con humoristas y cómicos; vedettes, bailarines y coristas; coreógrafos y empresarios. Luces y sombras de las Varietés. Lo nunca contado.

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